Ponència central del VI Foro de Juventud de Vitoria-Gasteiz, organitzat pel Consejo de la Juventud de Euskadi i l’Ajuntament de Vitoria, el 7 d’abril de 2011. La jornada es denominava Tejiendo redes entre agentes de Juventud, i tenia com a missió reflexionar i establir criteris bàsics per promoure i estimular el treball en xarxa en l’àmbit de les polítiques de joventut. Em van demanar que proposés reflexions per promoure el debat posterior, criteris per consensuar-los i propostes de treball per estimular un possible projecte de xarxa en aquest sector de la gestió pública a nivell d’Euskadi.
Parece casi imposible que hablemos hoy de impulsar cualquier ámbito de la gestión pública o del desarrollo económico, social y cultural sin tener en cuenta el trabajo en red. Se mezclan propuestas sobre nuevas formas de organización y cooperación, que aparecen a raíz de la visión cada vez más compleja que nos ofrece la sociología de nuestro entorno cotidiano, con los evidentes avances de la tecnología, que favorecen la multiplicación de espacios virtuales de relación y que dan forma práctica a proyectos que en otro tiempo quedarían condenados al limbo de la teoría.
El trabajo en red hace fácil lo difícil y da apariencia de simplicidad a lo que siempre habíamos percibido como complejo. Es como si se hubiese concebido justamente para dar respuesta a las políticas de juventud, siempre definidas, desde su integralidad, como un sistema de relaciones múltiples entre todos los ámbitos de la gestión pública y todos los espacios vitales de interés para los jóvenes. La complejidad ha sido siempre el lugar común de toda propuesta de política de juventud y la multidisciplinariedad y la transversalidad el punto de encuentro deseado por todos quienes han tenido la misión o la voluntad de hacer el tránsito entre la teoría y la práctica.
Diríamos que no hay nada más adecuado que trabajar aquello que definimos esencialmente como complejo con un sistema que basa su virtud justamente en la complejidad. Parecería, pues, que las políticas de juventud y el trabajo en red están llamadas o casi condenadas a crecer juntas.
Pero la obviedad que se desprende de lo que hemos dicho hasta aquí no debería llevarnos a adentrarnos en el trabajo en red con ligereza. El hecho de que prácticamente nadie discuta la conveniencia de este tipo de trabajo no implica que cualquier manera de trabajar con ello sea correcta. La proximidad y la omnipresencia de lo tecnológico nos lleva con facilidad a la superficialidad y a la autocomplacencia, de manera que no son pocas las propuestas de aplicación tecnológica a proyectos de contenido social que se quedan en una simple exhibición de capacidad técnica y diversidad, sin adentrarse realmente en los contenidos que deberían fundamentar toda intervención social y sin acercarse ni por asomo a los objetivos que persigue.
Dediquemos, pues, esta jornada de trabajo, por un lado, a evitar los riesgos de la simplicidad y la superficialidad en el trabajo en red y, por otro, a definir y proponer los fundamentos que garantizaran un desarrollo correcto de esta metodología.
La red, física y virtual
Las virtudes del trabajo en red no se ciñen únicamente al ámbito tecnológico. La eclosión de su potencial, sin embargo, ha propiciado un interés generalizado por las aplicaciones virtuales, que abren una puerta inesperada al trabajo en red, que siempre fue recomendable pero que en contadas ocasiones se aplicó con diligencia. Internet, por tanto, se convierte en un instrumento valioso para promover la racionalización de las organizaciones y para crear vínculos entre personas y profesionales que desarrollan una actividad común pero distante físicamente.
Es decir, siempre deberíamos haber trabajado en red y casi nunca lo hicimos. Y ahora, el desarrollo tecnológico convierte a Internet en el instrumento necesario para, finalmente generalizar y sacar provecho del trabajo en red. Debemos aprovechar esta ventaja, claro está. Pero no debemos perder de vista que el trabajo en red no puede únicamente limitarse a las aplicaciones y usos tecnológicos. La red es buena en sí misma, pero debe concretarse a la vez en sus formas virtual y física.
Las políticas de juventud, en las cuales el trabajo en proximidad tiene el valor de condición si ne qua non, son un campo especialmente adecuado para desarrollar les aplicaciones tecnológicas, pero deben mantener de forma preeminente todo lo que tiene que ver con el contacto real y físico, con la proximidad entre todos los actores o agentes que intervienen en ellas. De otro modo estaríamos faltando a una característica esencial del trabajo con los jóvenes.
Los riesgos de enredarse
1. Confundir el instrumento con la finalidad.
Las tecnologías son un excelente instrumento para trabajar la complejidad y, por lo tanto, para desarrollar el trabajo en red. Pero con demasiada frecuencia nos limitamos a una simple exhibición del uso tecnológico, tratándolo como un fin en si mismo. Sin objetivos ni contenidos, la tecnología no es nada.
2. Saturación informativa
La capacidad de conseguir información a través de la red es casi infinita. Pero nuestra capacidad para procesarla es finita. Por lo tanto, debemos establecer límites. Es imprescindible, por un lado, fijar objetivos claros para discernir aquello que interesa de lo que no interesa y, por otro, fijar mecanismos de selección de la información que vamos a procesar.
3. No todo vale
La red puede tener un efecto vulgarizador de nuestro trabajo. El simple hecho de encontrar un contenido en la red no lo convierte en correcto ni deseable. La facilidad de acceso a la red puede tener como efecto no deseado la incorporación al debate de contenidos inexactos o directamente erróneos. Son precisos, por tanto, mecanismos de validación.
4. El sexo de los ángeles
La expansión sin límite de los espacios de discusión virtual pueden degenerar, sin una adecuada moderación, en debates interminables y estériles, en la medida en que se alejen de la realidad y de nuestras necesidades técnicas cotidianas. Es preciso centrar los espacios y temas de trabajo, discusión o intercambio y, finalmente, fijar límites temporales plausibles a la discusión. No podemos perdernos en la inconcreción ni perder de vista nuestros objetivos prácticos.
5. El anonimato
Quien tiene algo que decir debe identificarse. No es posible dar crédito a mensajes o informaciones anónimas, que devienen perversas porque eluden la responsabilidad de la opinión formulada. Es por esa razón, además, que con anterioridad a todo proyecto o iniciativa de relación en red, deben ser identificados los agentes que van a intervenir o que potencialmente podrán hacerlo. Además de la identificación personal de cada quién, por tanto, es necesaria la identificación de su calidad en tanto que agente (persona individual, colectivo asociativo, organización pública o privada, gestor de servicio o equipamiento….).
6. La red, integrada
La red, tanto en su vertiente física como en su vertiente virtual, debe incorporarse como parte integrada , cotidiana, del trabajo de los agentes que intervienen en las políticas de juventud. De hecho, trabajar en red debería implicar dejar de trabajar de otra manera, debe sustituir el modelo precedente, sea cual sea. Si no es así, lo que estaríamos haciendo es añadir un sistema paralelo a nuestra actual organización. Estaríamos duplicando nuestro trabajo, no aprovecharíamos las virtudes organizacionales de la red y no autoimpondríamos un sobreesfuerzo que en ningún caso puede mantenerse de manera indefinida. Por lo tanto, el trabajo en red implica modificar nuestra manera de trabajar. Sustituir un modelo por otro.
7. Dependencia tecnológica
Las utilidades tecnológicas, además de permitir mejoras en el producto de nuestro trabajo y en nuestra capacidad de organización, tienen un elemento de gran atractivo, seguramente ligado aún al efecto de la novedad o de la renovació permanente de sus múltiples aplicaciones. La red existe de forma permanent, en todo momento, pero su uso debe racionalizarse y ordenarse. No podemos estar consultando permanentemente la información que se actualiza, no podemos estar respondiendo de forma continua a los mensajes o contenidos que se generan. Debemos, por tanto, integrar de forma racional las utilidades tecnológicas en nuestro trabajo. . De otro modo seremos altamente ineficientes.
Los principios de la wikinomia
Don Tapscott i Anthony D. Williams exponen en Wikinomia, una obra publicada en 2006 y que observa, analiza y teoriza sobre la nueva organización de la producción económica, política, social y cultural a nivel planetario, definen cuatro grandes principios en los que debe basarse el trabajo en red. Son útiles también para nosotros.
Apertura
Des de todos los puntos de vista. No debemos encerrarnos en nuestra propia organización. Transparencia, información a todos los niveles, aceptación de propuestas externas, petición de ayuda cuando sea necesario, permanente búsqueda de cambios y actitud constante de experimentación.
Interacción entre iguales
En la red olvidamos gerarquías, porque el conocimiento, el ingenio, la capacidad, el interés de las opiniones, no depende de la autoridad o cargo de cada cual. Todas las aportaciones son atendidas por igual y no se establecen filtros en función de los niveles de responsabilidad.
Compartir
No debes guardar nada para ti. Las innovaciones, el resultado de las pruebas y experimentos, las dudas, los éxitos, los fracasos…. Todo aquello que deriva de nuestros propios procesos puede ser útil a otros, les ahorrará errores que nosotros hemos cometido y les dará acceso a soluciones que nosotros hemos puesto a prueba. Si compartimos nuestro conocimiento podremos tener acceso también al conocimientos de los otros. Por otro lado, cuantos más seamos pensando o trabajando en un mismo tema, mayores son las posibilidades de hallar soluciones eficaces.
Actuación global
El mundo se hace pequeño con la red. No nos limitemos a nuestro entorno inmediato. Las soluciones que buscamos pueden llegar de cualquier rincón del mundo. Tan solo es necesario que nuestra información circule y que no pongamos excesivos límites a los receptores de nuestros mensajes. Multiplicamos las posibilidades de éxito si multiplicamos nuestro radio de acción.
Quienes pueden enredarse
En primer lugar, dos ideas básicas sobre el perfil de cualquier agente que intervenga en el trabajo en red.
1. Representatividad.
Un fundamento inseparable del trabajo en red es la horizontalidad. En el diálogo y la relación en red todos son iguales y tienen la misma capacidad de aportar contenidos y establecer debates. Pero en función del objetivo perseguido con el diálogo podrá ser relevante la posición de cada uno. Si se trata de una reflexión técnica para, por ejemplo, una discusión metodológica sobre políticas de juventud, cada persona se representa simplemente a si misma, con su criterio individual. En cambio, si pretendemos acordar un programa conjunto entre asociaciones o entre municipios, deberemos saber si los agentes que intervienen en el debate son técnicos de base, si son responsables de equipamiento, si representan la opinión de un colectivo, etc. Según la naturaleza del diálogo, por tanto, deberán establecerse niveles de discusión y de representatividad.
2. Gestores y/o usuarios
La perspectiva des de la cual se discute es especialmente importante. No hay nada más improductivo que debatir desde planteamientos divergentes, sin acuerdo previo sobre el objeto de la discusión. Esta potencial dificultad se acentúa con el clásico debate en las políticas de juventud sobre la autoría o protagonismo en las actuaciones. ¿Están discutiendo gestores/ejecutores de políticas de juventud o usuarios de las políticas de juventud? En función de la finalidad de la relación en red serán unos u otros o ambos a la vez, pero es necesario definirlo con claridad para que todos sepan a que atenerse.
Establecemos, finalmente, una primera propuesta de agentes que potencialmente pueden participar en un trabajo en red centrado en las políticas de juventud.
1. Jóvenes individuales en tanto que usuarios de servicios y programas
2. Colectivos juveniles en tanto que usuarios de servicios y programas
3. Jóvenes individuales como gestores/ejecutores de servicios y programas
4. Colectivos juveniles como gestores/ejecutores de servicios y programas
5. Responsables técnicos de políticas locales de juventud
6. Técnicos de base de políticas locales de juventud
7. Responsables políticos de políticas locales de juventud
8. Responsables técnicos de instituciones supramunicipales de juventud
9. Técnicos de base de instituciones supramunicipales de juventud
10. Responsables políticos de instituciones supramunicipales de juventud
11. Responsables técnicos de políticas locales diferentes de juventud que intervienen en el mundo juvenil
12. Técnicos de base de políticas locales diferentes de juventud que intervienen en el mundo juvenil
13. Educadores del sistema reglado de enseñanza
14. Asociaciones no juveniles en cualquier ámbito de la sociedad civil
15. Investigadores en juventud o académicos
16. Expertos externos a la realidad territorial de referencia
Como hay que enredarse
Establecemos algunas condiciones necesarias para garantizar un trabajo adecuado en red y después enumeramos algunas propuestas de trabajo posible desde la óptica de las políticas de juventud.
1. Gestión de las expectativas
Debe establecerse desde el inicio la finalidad precisa que se persigue con el trabajo en red y el límite hasta el cual se quiere o se puede llegar. Es decir, debemos prever las expectativas que pueden generarse y anunciar la respuesta máxima con la que podremos atenderlas. ¿Las eventuales conclusiones a que se llegue en el trabajo en red podrán tomarse como decisiones finales con capacidad ejecutiva, como indicaciones o recomendaciones, como punto de partida para algún proyecto futuro, como elementos de reflexión en una futura jornada de discusión…..? No hay nada peor que defraudar expectativas, más cuando se propone o se exige algún grado de implicación en la discusión.
2. Naturaleza del intercambio
Al entablar cualquier sistema de trabajo en red es necesario establecer la naturaleza de la tarea que vamos a desarrollar. Seguramente podríamos establecer una amplia clasificación de posibilidades, pero en esencia deberemos distinguir siempre entre:
- La discusión para llegar a un acuerdo técnico
- El intercambio de información para enriquecer en conocimiento a las partes
- La coordinación en red de la implementación de determinado proyecto
- Tareas propias de ejecución de un proyecto
- El debate previo para establecer los contenidos de un proyecto a desarrollar con posterioridad al trabajo en red
- La evaluación de proyectos en fase de propuesta o ejecución.
3. La moderación
La espontaneidad es sin duda un valor a recoger por el trabajo en red, pero no podemos dejarlo todo a la improvisación. Todo trabajo en red requiere de la existencia de una instancia que llamaremos moderadora. Puede ejercer diversas funciones (todas o alguna de ellas):
- Vigilar el cumplimiento de los términos y condiciones acordados previamente para el trabajo en red
- Recolectar y ordenar los contenidos sobre los que se trabaja o las eventuales conclusiones o acuerdos
- Estimular la discusión aportando ideas o sugiriendo temas complementarios de debate
- Garantizar la máxima pluralidad en el debate proponiendo la intervención de todos los agentes
- Centrar el debate o diálogo cuando se aleja de los objetivos establecidos
4. La concreción física
El trabajo virtual no excluye ni invalida el trabajo presencial y viceversa; más bien son o deben ser complementarios. La tecnología se convierte en una facilitadora del trabajo en red, pero no es su única vía. Todo el provecho que podemos sacarle podría echarse a perder si excluimos de entrada la posibilidad del encuentro físico, que casi siempre es deseable y necesario. En la planificación de un trabajo en red, por tanto, es preciso establecer momentos y fases para cada tipo de tareas. Así, un debate online puede ser la fase previa a un encuentro físico en el cual se toman decisiones. O, por el contrario, una asamblea puede ser elemento fundacional de un debate que después se va a desarrollar en la red virtual. También podemos establecer un proceso en el cual se vayan alternando espacios de encuentro físicos y virtuales. Finalmente, encuentro físico y virtual puede ser simultaneo si incorporamos fórmulas de participación remota a una asamblea presencial.
Propuestas de trabajo en red apoyadas en internet
1. Plataforma global
Plataforma web que integra un amplio grupo de servicios (contacto profesional, documentación, repositorio de buenas prácticas, agenda, novedades, gestion de servicios online….) con utilidades relacionales que permiten la interacción de todos los miembros de la red (contactes, blocs, foros de discusión, elaboración wiki de proyectos, chateo o reuniones virtuales, mensajería y conexión con tecnología móvil). Es la plataforma global, que aspira a ser completa, para un grupo o sector profesional, que genera comunidad. Permite incluir i trabajar absolutamente en todo lo que afecte a los intereses de la comunidad. Podemos hablar, por ejemplo, de una plataforma de profesionales de las politicas de juventud, o de agentes que intervienen en las políticas de juventud en un territorio determinado.
2. Red de opinión
Desarrolla esencialmente utilidades para fomentar el intercambio, el debate y, eventualmente, la creación o formulación comunitaria de proyectos. Plataformas o forum de debate permanente. Los temas se introducen a petición de los propios miembros o usuarios y se desarrollan las discusiones sobre aquellos temas que mayor aceptación tienen. Pueden ser adecuadas para técnicos de juventud municipales, o para colectivos juveniles que gestionan servicios públicos. Foro virtual para decidir la construcción de un plan de juventud, por ejemplo. Puede generarse también como un espacio de debate permanente para un consejo de la juventud.
3. Plataforma de gestión de servicios.
Agrupa, coordina, unifica i racionaliza la gestión online de servicios similares o que forman parte de una única red desplegada a lo largo del territorio. Pone en común los servicios existentes y, por tanto, multiplica por mucho la disponibilidad de apoyos o servicios a los integrantes de la red. Se agrupa, por ejemplo, toda la oferta de cesión de espacios para colectivos juveniles y se gestionan las solicitudes online. De esta manera, el usuario encuentra en la red múltiples ofertas para satisfacer su necesidad de servicio.
4. Plataformas temáticas de gestión
Se genera una plataforma sobre determinado tipo de proyectos (por ejemplo, de casas de jóvenes). Los proyectos que participan en la plataforma van introduciendo de forma cotidiana información sobre su programación, gestión, dificultades, éxitos, etc, de manera que comparten con el resto las soluciones adoptadas.
5. Bases de datos interactivas.
Una plataforma de recursos virtual que se completa, renueva i actualiza con las aportaciones de sus propios usuarios.
6. Crowdfunding o microfinanciación
Sistema de financiación de pequeños proyectos de contenido social o juvenil a traves de la red. Los proyectos necesitados de financiación se muestran en una plataforma web en la cual “se venden”. Los mecenas interesados van aportando pequeñas ayudas online hasta que el proyecto es finalmente financiado en la totalidad. Creación, por ejemplo, de una red de microfinanciación para proyectos juveniles que en ocasiones tienen severas dificultades para acogerse a un subvención por no reunir requisitos legales.
7. Acompañamiento de foros físicos
Espacios de debate previos y posteriores a la celebración de encuentros, jornadas, seminarios o congresos. A través de un debate previo se centran los temas de discusión o trabajo, se elaboran documentos de partida o se establecen grupos de trabajo. Con los debates posteriores se ultiman conclusiones, se amplía documentación, se intercambian datos apuntados en el encuentro físico, etc.
8. Gestión conjunta de programaciones
Puesta en común de programaciones diferentes para difundirlas conjuntamente, de manera que se amplia la visualización de la oferta y es posible coordinar propuestas para evitar duplicidades y buscar la complementariedad.
9. Elaboraciones teóricas
Redacción de documentos de consenso o acuerdo técnico sobre temáticas definidas, a través de las múltiples, sucesivas y cruzadas aportaciones de los participantes en el foro. Adecuado, por ejemplo, para propuestas metodológicas, para la definición de proyectos territoriales, etc.
Estos son solo algunos ejemplos posibles. De hecho, en buena teoría, cualquier proyecto propio de una política de juventud debería poder desarrollarse total o parcialmente con la ayuda del trabajo en red.
Antes de empezar
Finalment, y casi a modo de resumen de todo lo expuesto hasta aquí, una simple relación de preguntas que deben responderse antes de iniciar cualquier proyecto de construcción de una red.
¿Quien lidera la red?
Que institucion, organización, colectivo o personas garantizan la logística, impulsan los contenidos y garantizan la continuidad y el seguimiento de los objetivos y criterios fijados.
¿Que miembros integran la red?
¿A quien vamos a enredar? ¿Quienes se integran desde el principio, a quienes proponemos su incorporación, a que tipos de agentes vamos a dejar abierta la puerta para que se incorporen segun su voluntad y en que grado y de que manera vamos garantizar apertura más allá de los miembros estrictos?
¿Qué objetivos perseguimos?
Al fin y al cabo, ¿para que queremos la red? ¿Que pretendemos conseguir?
¿Qué plazos nos marcamos?
Se trata de fijar, o bien la duración completa del trabajo en red si establecemos objetivos puntuales, o bien la periodicidad con la que vamos a evaluar el trabajo, recoger frutos y explicitarlos, replantear criterios y objetivos y someter a prueba el sistema.
¿Quién modera y dinamiza?
Establecer que persona o equipo actuará como community manager, con que criterios y con que manera de proceder.
¿Cómo se validan los resultados?
Cuando vamos a dar por buenos los resultados del trabajo en red y de que manera vamos a acordar con el conjunto de integrantes de la red que ha finalizado o bien el trabajo en su totalidad o bien en un período específico y evaluable.
¿Cuándo nos vemos?
Cuando, con que periodicidad y con que objetivos vamos a realizar nuestros encuentros presenciales.
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